El Parque Ornitológico de Le Teich se encuentra en el sudoeste de Francia, sobre la costa del océano Atlántico, y a pocos kilómetros de la ciudad de Burdeos. Ubicado dentro del Bassin de Arcachon, es un lugar obligado de paso de muchas aves migratorias. Tiene una superficie de 120 hectáreas y se pueden observar 260 especies, de las cuales 80 anidan allí.

 

La visita se hace en forma individual, pagando una entrada de 7 € los adultos, o en grupos con guías. Para el estandar europeo, es un precio habitual y similar a lo que se cobra para entrar en numerosos museos. Esto evidentemente colabora para el mantenimiento del parque, además de los souvenirs que se pueden comprar; hay además un bar que se ve en la foto de la derecha (aunque no lo visité...) La señora de la derecha es mi amiga francesa, que nos invitó a la visita, y luego a un almuerzo memorable. Les recomiendo su página, Oiseaux-Birds.com y sus galerías de fotos.
Un poco de historia, ya que es interesante. Los terrenos donde se encuentra el parque fueron ganados al mar en el siglo XVIII, para hacer piletas para le cría de peces; la zona es, o era esencialmente de pescadores. En la década del 60 pasada, la actividad estaba en neta decadencia, y los propietarios aceptaron cambiarle las tierras de bañados a la comuna por otras en zonas de forestación. Alli se inauguró en 1972 el parque. Desde entonces, se crearon distintas zonas de agua, con espacios adaptados a las diferentes especies de aves, para así maximizar las posibilidades de las mismas.
En algunos lugares, la observación es directa sobre las lagunas, siempre con carteles de información acerca de las especies y todo detalle que sea de interés: variedad de plantas, instalaciones artificiales (por ejemplo la plataforma para cigüeñas a la izquierda), etc. Hay que anotar que las lagunas están controladas en su nivel, para garantizar su estado y su provisión de agua. Durante mi visita, estaban agrandando algunas de ellas, aprovechando que era el otoño y no había gran cantidad de aves. De todos modos, me decían que cada vez que se modificaba el entorno, había que esperar un tiempo, tal vez años, para que las aves se acostumbren y vuelvan. Pero lo hacen...
Un camino despejado y un grupo de patos y gallaretas. Al fondo, uno de los refugios - observatorios.
Hay varios refugios para observar a las aves sin molestar; son en general muy simples y funcionales.

Desde el interior, se puede observar y fotografiar. Lamentablemente, yo fui en octubre, el otoño europeo, que no es la mejor época, pero algunas especies pude fotografiar.

En el interior del observatorio hay paneles informativos de las aves, incluyendo en qué época se pueden ver.
Aqui arriba una cigüeña en su plataforma. Y abajo, con espátulas.

En los senderos, carteles educativos. De un lado, una herramienta humana, y del otro la adaptación equivalente de las aves, en picos, patas, etc. Muy ingenioso.

Este es un habitante de toda Europa, el ánade azulón.
Otro sistema ingenioso: en las columnas hay huellas para que adivinemos de qué se trata: luego al mirar a través del vidrio rojo, aparecen las respuestas.

Una garza real, parecida a nuestra mora, patos y gallaretas.

Las gallaretas, fochas en español, son abundantes. Una garcita blanca.
Todo está preparado para las aves, por ejemplo los palos clavados en las lagunas, para que se posen allí; al mismo tiempo para ser observadas con más comodidad.
Una gallineta también me recuerda nuestra avifauna.

Aunque la época en que fuí no es la mejor, pueden ver las fotos que saqué en Europa en mi página, www.MisAves.com.ar.

Espero que esta reseña haya sido de su agrado.